¡¡¡Buenasss buenasssssssssss!!!
Queeee es juernessss y el cuerpassso lo sabe, ¿eh?
Aquí estamos.
Enero de 2025.
Calendario recién estrenado y las mismas piedras que nos acompañaron el año pasado.
Pero, ¿quién dijo que repetir tropezones no puede ser delicioso?
Porque hay caídas que enseñan, que te hacen saltar las lágrimas de risa o incluso hacen que abraces con gustirrinín del bueno.
En este inicio de año, se vale reírnos de nuestras recaídas, aplaudir nuestros intentos y, por qué no, enamorarnos otra vez de los tropiezos que nos hacen más humanos.
Y eso que, esta señora, acá tu influenssser de confiansssa favorita, ya va casi más endiosada que terrenal.
Y yo te pregunto…
¿Quién no ama la sensación de caer en los mismos errores una y otra vez?
Esa emoción indescriptible de saber exactamente qué va a pasar, pero aun así dar el paso sin dudar.
Es como un reencuentro con un ex.
Y es que no importa cuántas veces tropecemos con la misma piedra…
Siempre nos sorprende.
Es como si el universo nos estuviera diciendo «Venga, dale, wey, que es tu momento para la brillasssion en estado puro»
Y así, sin más, caemos.
Porque es mucho más divertido ignorar las lecciones del pasado y, en lugar de avanzar, darnos un golpito más en el camino…
Por ende, de piedritas y tropiezos vengo a escribirte en este -nuestro- #postdelosjuernes.
Y, como siempre, espero que te guste…
Tropiezos de los ricos, beibi.
¿Para qué cambiar si la vida es mucho más entretenida cuando la repetimos una y otra vez?
Al principio, una podría pensar que tropezar con la misma piedra es una señal de que quizás algo estamos haciendo mal.
Pero, ¿quién necesita aprender de sus errores cuando podemos ignorarlos con estilazo del bueno, bebé?
Es como ir a tu restaurante favorito y pedir siempre el plato que sabes que te encanta, pero te va a sentar mal.
No importa.
Lo pides porque, ¡qué coño!, es lo mejorcito de la carta.
Y, como es de esperar, después de la primera vez, sabes exactamente lo que te espera.
Pero, claro está bebé, es la magia de la repetición.
El ritual del auto sabotaje.
La vida sería tan aburrida si no pudiéramos experimentar esas pequeñas alegrías que nos recuerdan lo que ya sabemos, pero hacemos de todos modos… ¿Verdad?
Es el pequeño placer con culpasssion de no aprender.
De ignorar los consejos bien intencionados.
De actuar como si nunca hubiéramos pasado por lo mismo.
Claro, está la opción de evitar la piedra y buscar un camino más sensato, pero…
¿Quién tiene tiempo para eso?
El camino fácil es para los débiles, misiela.
Los fuertes, los valientes, los verdaderos aventureros, son los que se lanzan de cabeza y desde un trampolín altísimo al mismo tropiezo.
Y, casi te diría, que con la misma piedrita.
¿Quién necesita sabiduría cuando tienes pura persistencia?
El repetir los errores no es un signo de cabezonería.
Es una forma de demostrar que estamos comprometidas con nuestro propio proceso de crecimiento 😉
Aunque ese crecimiento sea, probablemente, hacia el puñetero abismo.
O infierno.
Llámalo como quieras.
Tropezar con la misma piedra una y otra vez no es sólo un error, es una experiencia.
Una prueba de nuestra fuerza interior.
De nuestra determinación de vivir en el mismo ciclo sin pedir ayuda ni dirección.
¿Y para qué cambiar?
Total, la vida es tan rica cuando repetimos los mismos fallos, ¿no?
¿Quién necesita aprender cuando el delicioso sabor de la repetición nos ofrece tanto consuelo?
Algo así como el consuelo de tener mi nevera llenita de buenas birras esperando a que el técnico me la arregle y empiece a enfriar.
Al final, la clave del éxito está en no aprender nunca.
Sí, sí, como lo lees.
Porque…
…si no puedes evitar el tropiezo…al menos disfrútalo y saboréalo, bebesita.
Y… ahora sí que sí voy con todo y con el AdfSpotify de la semana, donde esta zagala que escribe te trae los temasssos de ayer, hoy y siempre.
Hoy te presento a Leiva, con un cursillo intensivo de cómo ser un hipster romanticón mientras te lamentas por lo tóxico o tóxica que eres en el amor amor.
«Terriblemente Cruel» es una oda a la incapacidad de ser decente con alguien que claramente merece algo mejor que tú, donde, entre versos pseudo poéticos y con un estribillo pegajoso, admite con orgullo que es un desastre emocional.
Peroooooo con estilazo del muy bueno al confesarlo, porque «perdón por ser así, bebé, pero tampoco voy a cambiar»…