¡¡¡Buenassssssssss buenassssssssssss!!!
Queeeeee por fin es juernes y el cuerpassso lo sabe, ¿eh?
Esta semana ha pasado en un plis y, aunque he estado a full – como casi siempre 😉 – también he tenido tiempo para pensar sobre qué te iba a escribir esta semana.
Reconozco que cada vez se me hace más complicado buscar tema para este -nuestro- Blog.
Pero entonces recordé un concepto que, cada vez que doy clase, siempre sale a relucir y no es otro que el concepto de sincericidio.
Quizá tú, mi queridísimo flan, no sepas a qué me refiero.
Pensarás que me lo estoy inventando, que también tengo fama de inventar palabros 😉
Pero no 🙂
Así que, en este nuevo #postdelosjuernes, tu influenssser de confiansssa favorita (espero, confío y deseo) te va a escribir sobre personas sincericidas y otras cositas…
Y, como siempre, espero que te guste…
Sincericidas… Holi, bebé 🙂
¿Alguna vez has sentido esa necesidad irreprimible de decir lo que piensas, sin filtro, aunque sabes que probablemente vas directo a la morisssion social?
Felicidades, eres un sincericida.
Un -o una- sincericida es esa persona que, como una mezcla entre Superman y la bruja mala de un cuento, lanza verdades a diestro y siniestro, sin que nadie se las pidiera y que, en el mejor de los casos, provocan un incómodo silencio.
Y en el peor… bueno, mejor no hablemos de lo peor, misiela.
El sincericidio es un arte.
No es para cualquiera.
Requiere agallas, insensatez y un toque de masoquismo, con fustas imaginarias al más puro estilo de Ally Mcbeal.
Porque sabes que te vas a llevar una hostia, pero aún así, te lanzas de cabeza al vacío.
Sin protección ni nah. Total… ¿pa qué?
A ver, no me malinterpretes.
Ser sincero está genial.
Es algo noble.
Pero los sincericidas llevan la sinceridad a un nivel olímpico, como si tuvieran el deber moral de decirlo TODO.
No hay espacio para las sutilezas ni para las indirectas.
No.
Así, vas por la vida pensando que el lukin de tu amiga es horroroso, pues se lo dices.
¿Por qué suavizarlo? ¡Es la verdad, maldita sea!
Lo peor del sincericidio es que el sincericida, en su mente, piensa que está haciendo un bien social.
«¿Quién si no yo le dirá a mi pareja que con ese corte de pelo parece Dora la Exploradora? Seguro me lo agradece».
Pero sorpresa: no, no lo hará.
Porque, aunque la gente diga que valora la sinceridad, lo que en realidad quiere es una versión filtrada de la realidad.
Quieren sinceridad con asertividad, no en modo hijo de perr*a.
Porque el sincericida no entiende de diplomacia.
En una reunión familiar, mientras todos están tratando de evitar temas polémicos y políticamente incorrectos, tú las sueltas como si tal cosa.
Y claro, después te quejas de que nadie te invita a las cenas de Navidad.
Pero, ¿qué esperabas?
Porque hay algo fascinante en la habilidad de un sincericida para destruir el ambiente de una habitación en cuestión de segundos.
Es como si tuvieran un radar para detectar cualquier situación social cómoda… y BOOM, ahí van, lanzando la bomba de la verdad.
Bueno… de SU VERDAD.
Así que, piénsalo, porque el sincericidio no es para cualquiera.
Es para los valientes (o los insensatos) que prefieren la cruda verdad a las mentiras piadosas.
También puedes callarte un pisquito, beibi.
Aunque sabes que si te callas, revientas.
Es lo que hay.
Es duro decirte que la gente no siempre quiere escuchar todo lo que salga por tu boquita.
Pero claro, tú eres así 😉
Y, a todos esos sincericidas que se creen los salvadores de la verdad, gracias por recordarnos que la honestidad puede ser un arma de doble filo.
Sigue compartiendo tu sabiduría brutal.
Yo, mientras, seguiré intentando respirar hondo…
…y agradecer no tener un botón de «jugador 417, eliminado».
Y ahora ya sí que voy con todo y con el AdfSpotify, donde esta zagala que escribe te trae los temasssos de ayer, hoy y siempre.
En esta ocasión te traigo un éxito de los nuestros.
Desde Las Palmas de Gran Canaria y con amor del bueno, te presento a Los Coquillos donde desde 1994 llevamos cantando su canción más conocida en fiestas, verbenas y asaderos.
Con Borracho hasta el amanecer nos presentan todo un himno canallita y, a pesar que la letra encierra todo lo contrario, gritarla nos evoca alegría, fiesta, una botella de ron de caña, un enyesque de queso de Guía…
Y, por supuesto, tu ausencia.
Borracho hasta el amanecer – LOS COQUILLOS (ORIGINAL) (youtube.com)