Hoy 08 de marzo, Día Internacional de la Mujer, alzamos nuestra voz para dar visibilidad a todas aquellas mujeres víctimas de esclavitud, tortura, violencia sexual y muerte en diferentes conflictos armados que se disputan a nivel mundial.
Un dato escalofriante: la República Democrática del Congo, es considerada la capital de la violación porque anualmente 400.000 mujeres y niñas son agredidas sexualmente. Sin embargo, no podemos conocer el número real de mujeres víctimas, pues muchas no tienen ni siquiera la oportunidad de denunciar. El 98% de estas agresiones quedan impunes.
Los conflictos de Bosnia y Ruanda lograron la aprobación de la resolución 1325 de la ONU en el año 2000. Esto supuso un hito histórico, pues la resolución reconocía la violación como estrategia de guerra y como un crimen contra la humanidad.
Además, en 2008 se aprobó la resolución 1820 por parte del consejo de seguridad de Naciones Unidas, reconociendo, por primera vez, que la violencia sexual durante los conflictos y sus consecuencias suponen una amenaza para la paz y la seguridad internacional.
Aunque estos acontecimientos han contribuido a mejorar la situación de las mujeres, no son suficientes para acabar con la violencia que sufren.
Por esto y porque las mujeres como arma de guerra siguen siendo una verdad pendiente, alzamos la voz para denunciar lo siguiente:
- Condenamos la impunidad de estos hechos tan horribles que dan luz verde a la violencia que vulnera especialmente los derechos de las niñas y las mujeres.
- Declaramos la necesidad de conocer esta situación tan atroz que vive una gran parte del planeta.
- Que nuestro cuerpo no se utilice como sacrificios de combate entre criminales y asesinos, terminando este pacto silencioso entre la guerra y la mujer.
- No aceptamos que nuestras vidas y cuerpos sean utilizados como moneda de cambio en estrategias de poder.
- Que los planes de seguridad de los gobiernos no son suficientes para todas las mujeres.
- Abogamos por la lucha constante para acabar con esta brutal lacra.
Decimos basta ante toda la violencia contra las mujeres en conflictos armados. Las mujeres no somos sus campos de batalla. Por todas las que no pueden dar voz de lo que la guerra les está arrebatando.
Queremos finalizar este manifiesto con una frase de la activista colombiana Jineth Bedoya Lima:
“y no entienden que no hay monto de dinero ni acto de perdón que supla una vida de tormentos, que devuelva la dignidad a personas que les quitaron la coraza de ser humano”.
Elaborado por nuestro maravilloso alumnado del Certificado de Profesionalidad
Promoción para la Igualdad efectiva de mujeres y hombres.
Ellas y ellos son: Montse Acosta, Aridane Díaz, Miriam Escudero, Carolina García, Carmen Leyva, Tania Mileris, Cristo Ortiz, Susana Pimente, Sandra Sabater, Guacimara Salazar, Rosario Socorro y Mª Carmen Viñoly.